11 de enero de 2014

El puñete de Varguitas a Gabo, ruinas selváticas y obeliscos lunares

Sueño extraño. Resulta que Mario Vargas Llosa llega a Guayaquil y -no sé por qué razones- tenía que cargar con atender a ese vejete. Tocó asumir la tarea (creo que el man fungía en la ensoñación como novio de mi madre, ¡jaja! Porque al final deja una camioneta de regalo, ¡qué verga! No me explico otro motivo para andar de arriba a abajo con este momio).

El asunto es que no me amilané y le hice miles de preguntas, entre esas que por qué había abandonado a la izquierda y cuál fue el motivo de la puñetiza a García Márquez. A la primera interrogación, respondió que en realidad lo hizo porque nunca consiguió un puesto burocrático en la Unesco, justo cuando estaba viviendo en París y se moría de hambre. Por eso, dijo, mantenía un odio oculto infinito hacia Julio Cortázar, pues había ido a rogarle por un cargo; pero nunca se lo dio. Esto me lo comentó a manera de confesión en el night club La isla del tesoro. ya que después de unas bielas de recibimiento me preguntó dónde podría distraer la vista, andaba muerto de ganas por ver bailar a algunas peladas desnudas (por cierto, afirmó que haber llamado así a un cabaré era el mejor homenaje que se podía hacer a la obra de Robert Louis Stevenson). La negativa de Cortázar hizo que en París no le quedara más que trabajar como esclavo literario, escribiendo novelas para viejas peluconas que luego colocaban sus nombres en esas obras. Desde entonces juró venganza eterna a los "rojillos".



A la segunda pregunta, contrario a lo que todos piensan -que Vargas Llosa le pegó a García Márquez porque este se 'cruceteó' con su mujer-, Vargas me indicó que el quiño se debió a que, tras una borrachera y estando dormido, 'Gabito' aprovechó para guindarse de la verga de Varguitas y así mamársela a traición. El peruano despertó, Gabo levantó la vista mientras observaba la cara de Vargas Llosa -lo hizo con una sonrisa, pues esperaba ver en él una expresión de placer- y ahí mismo lo soñó con un golpe en el ojo izquierdo. "Actué rápido, porque el tipo estaba a punto de hacerme un dirty sánchez. Encima de comunista, ¡maricón! ¡Faltaba más!", exclamó Vargas. "¿Por qué el ojo izquierdo?", le cuestioné; y él replicó: "Esa fue otra venganza, llena de simbolismo, contra el zurderío aprovechado".



Luego de dos botellas de whisky y algunas montañitas de coca pura caspa del inca que el man trajo en una valija diplomática (no sé de qué país, pero como es Vargas Llosa pasó nomás) el tipo estaba listo para pegarse un viaje al Oriente. Para esos días habían realizado un hallazgo arqueológico increíble en una zona cercana al volcán Sangay. Se trataba de unas formaciones monolíticas (varios obeliscos, para ser exactos) que estaban escondidas en medio de la tupida vegetación selvática. Los exámenes de carbono 14 databan el sitio en una época posterior a la última glaciación y su distribución en el terreno coincidía curiosamente con un supuesto complejo monumental que se halla en la Luna, conocido como las agujas de Blair; y también con otra agrupación parecida ubicada en el sector de Cidonia, en el planeta Marte.



Vargas Llosa pisó el país justo al mismo tiempo en que arribaban a este distintos personajes célebres a nivel mundial: muchos de ellos dictadores, banqueros sableadores de Wall Street y la City de Londres, una decena de miembros de casas reinantes europeas, oligarcas rusos, millonarios chinos, algunos petroleros texanos y de la península arábiga. Sus anfitriones eran varios "patricios" y masones guayacos y quiteños, un poco de burócratas del partido oficial y algunos empresarios pillos que tenían tajada en contratos. Varguitas, obviamente, era uno de los invitados; pero se tomó unos días de anticipación para pasar por Guayaquil un rato. Curiosamente, nada de esto apareció en la prensa.

Partió de la ciudad no sin antes despedirse de mí, de mis hermanos y de mi madre, dejándonos la ya citada camioneta. Fue rumbo a la Amazonía y yo solo pude ver en las noticias un atisbo de lo que estaba sucediendo, y que me llevó a ciertas elucubraciones. Una alineación sideral entre la Tierra, la Luna, Marte y la constelación de Orión ocurrió justamente cuando en el Oriente crecía de manera exponencial la actividad del volcán Sangay, aumentaban los sismos en las inmediaciones del coloso y circulaban reportes de extraños fenómenos luminosos en parajes aislados y de difícil acceso de la localidad. Esto último, muy cerca de las recientes excavaciones. Por cierto, Varguitas me dijo que no le contara a nadie sobre su viaje a la selva y la reunión de esta élite global, pues todo era altísimo secreto. Había decidido retirarse de la vida pública y desaparecer.

-Jorge Osinaga-

No hay comentarios: