1 de diciembre de 2006

Un texto olvidado de Pablo Palacio

Pablo Palacio (1906-1947) es de esos escritores que siempre nos da una sorpresa, tanto al leerlo como al investigar su obra; y justo ahora que se recuerda el centenario de su nacimiento, vuelve a hacerlo.

El crítico literario Humberto Robles acaba de presentar una nueva edición de su obra ensayística titulada La noción de vanguardia en el Ecuador: Recepción y trayectoria (1918-1934). Revisando en internet, me topé con un artículo bajo el mismo título, publicado por la FLACSO y tomado del libro Crítica literaria ecuatoriana, compilado por Gabriela Pólit (FLACSO, Quito, 2001) . En él, Robles incluye como apéndice un relato poco conocido de Palacio, titulado Novela guillotinada.

Seguro es que el artículo corresponde a un resumen de la edición de 1984 del libro de Robles. En dicho escrito, Robles señala que “en los últimos veinte años el rescate de la obra de Pablo Palacio (1906-1947) ha sido constante. Tan sólo en el Ecuador se han publicado tres ediciones de sus así llamadas Obras completas: Casa de la Cultura Ecuatoriana (Quito, 1964; Guayaquil, 1976); Editorial El Conejo/Oveja Negra (Quito–Bogotá, 1986) (...) En Chile, Ecuador, México, ¿Cuba? y Venezuela también se han editado obras escogidas de Palacio. En ninguno de todos esos volúmenes, sin embargo, se incluye el relato Novela guillotinada...

Al artículo de Robles habría que agregar que este relato de Palacio también fue publicado en la última edición de sus Obras completas llevada a cabo por María del Carmen Fernández y bajo el sello de la Universidad Andina Simón Bolívar, en el presente año.

Lo interesante es que este texto de Palacio apareció en distintas revistas. Robles indica que el mismo fue publicado en Revista de Avance (La Habana, Nº 1, septiembre 11, 1927, p. 286); en Savia (Guayaquil, Nº 36, diciembre 10, 1927, s.p.) y, finalmente, como texto “inédito” en el periódico El Espectador (Guayaquil, noviembre 18, 1930, p. 6) y que el número de veces que Palacio lo publicó “sugiere el aprecio que él tuvo por el mismo”.

Otra sorpresa

Pero las sorpresas continúan. Revisando el número 4 de revista Anaconda y a propósito del centenario de nacimiento del autor, encuentro la publicación de una versión distinta del mismo cuento.

Fernando Albán, en la introducción que precede al cuento publicado por Anaconda, nos señala que llegó a sus manos un ejemplar original de la novela Débora (Kanela, Quito, 1927). La sorpresa: encontró pegado en las últimas páginas del libro un recorte que Albán deduce puede corresponder a un periódico quiteño e, incluso, a una versión posterior y ampliamente modificada del relato publicado en las revistas y el periódico antes mencionados, pero esta vez bajo el título Guillotina.

Pongo a disposición de ustedes ambas versiones. La primera, Novela guillotinada, correspondiente a Revista de Avance, Savia y El Espectador; y la segunda, Guillotina, publicada por revista Anaconda:



“Novela guillotinada”

Por Pablo Palacio




Ir tras el hombre que proyectará su espectro en mi espíritu, conmutador de las palabras, para arrancarle sus reacciones interiores.
Ya está el hombre, ya está acechado.
Simple, que toma café con tostadas.
Sigue la fuga del tranvía.
«¡Pare! ¡Pare!»
Escribe números, tiene mujer e hijos, se entera de que en invierno sube el precio del carbón y en las sequías el de las patatas.
Engaña a la de él con la de otro, o sencillamente con la de todos. ¿Qué tiene en la médula el engañarla con la de todos? Es tan hombre que no entiende del exquisito sabor de la mujer conocida, y el camino andado tantas veces le tira del saco hacia fuera.
Con éste haré mi novela, novela larga hasta exprimirme los sesos; estirando, estirando el hilo de la facundia para tener un buen volumen. Se venderá a siete pesetas. Se pasmarán ante el psicólogo erudito, conocedor profundo del corazón humano.
Pondré:
«Tocado con elegante sombrero de felpa»
y
«Hundido en la lectura matinal de su periódico, nuestro héroe dobló hacia la larga Avenida que, bordeada de copudos árboles, desemboca en la Plaza Mayor»
Burilaré un manual de literatura cuerda, haciendo buen uso de mis aptitudes narrativas;
«Un cabriolé tirado por dos elegantes caballos».
«La señora de Mendizábal estaba en la edad en que la mujer vuelve a Dios»
«Hacía sonar caprichosamente sobre el pavimento los tacones de sus zapatitos Luis XV»
«El jardinero, hombre receloso, pegó el ojo a la cerradura»
«Tenía un perro y una perra»
«Se sirvieron apetitosas truchas».
«No faltó el caviar ruso»,
«Vino el espumoso champagne»
«Cerró los ojos... »
Se venderá a siete pesetas.
Hombre devorado por el día sincrónico, amamantado por el gregarismo, te sacaré de los pelos una novela larga, sobre la que cenarán los editores.
«Calvo y viejo, sabe el precio de la percalina, y evita a todo trance que se zurren los niños en la sala de visitas»
«Ay, Dios mío, ya no hay vida con las cocineras. Se han puesto en un estado que no se sabe quiénes son los amos»
«Con este tiempo que llevamos, lo que tendremos que comer el otro año!»
«La semana del lunes, si Dios nos da vida, me voy donde el ministro para ver qué ha sido del empleo»
Ya está encontrado el hombre y lo acecho como un fantasma, para robarle sus reacciones interiores.
Pero, para que un tendero limpia su escopeta tras la puerta de la esquina.
Mi hombre pasa y
tan!,
un tiro le raja la cabeza.
He aquí la novela guillotinada. Un curioso profundizará su ojo con el microscopio para buscar en los muñones que deja el cortafrío –las cristalizaciones romboidales.
Oiga, joven, no se haga soldado.



Guillotina

Por Pablo Palacio





Tengo un lápiz morado para ponerle barbas al Rey de Oros.
Caí en las galeras del amor, y Guillotina pudo ser así:
"Vida subyacente para los recuerdos y para los besos que están suspendidos dentro de nosotros. Los adoraremos y les haremos una hornacina de humo perfumado. Vida subyacente para denunciarnos de improviso y desenmascaranos de la risa y de las alegrías: lágrimas que están a la vuelta del hombre que ha reído. Para revelarnos en nuestra intimidad acogedora: siempre habrá alguien que quiera estar de pie ante la válvula de escape de nuestras ternezas. Vida subyacente para esos labios apretados que sabían abrirse antes de ahora: ya no me dan su jugo dulce de fruta madura, pero siempre saben ser buenos para mis deseos y algo que se reservan y se han reservado está fresco para mí, anunciándome que siempre será tiempo para embriagarme o para hacerme temblar las manos que no saben qué hacer en la estrechez de la hora solitaria que tiene a la orilla una amenaza indiscreta. Quisiera que me ponga los brazos al cuello y, si está de pie, que se levante la pequeña falda por las corvas; pero no quiere denunciarse y en este forzamiento de actitudes, la cara echada atrás y mi cuerpo buscándola, veo cómo le nacen manos por todas partes para ponerlas ante la boca: mas, apenas visillos para escuchar tras ellos y esperar, semidefinida. Me echa el aliento a la cara y si rechazo aquella mano, palma a mis labios, surge otra tras ella, y otra, y otra. Después he creído que se trataba de un maquinismo incidental, seguido por empezado. ¡Hora solitaria que tiene una amenaza indiscreta a la orilla!"

Pero prefiero ir tras el hombre que proyectará su espectro en mi espíritu, conmutador de las palabras, para arrancarle sus reacciones interiores.
Ya está el hombre, ya está acechado.
Simple, que toma café con tostadas.
Sigue la fuga del tranvía.
«¡Pare! ¡Pare!»
Escribe números, tiene mujer e hijos.
Engaña a la de él con la de otro, o sencillamente con la de todos.
Es tan hombre que no entiende del exquisito sabor de la mujer conocida, y el camino andado tantas veces le tira del saco hacia fuera.
Haré mi novela, novela larga hasta exprimirme los sesos; estirando, estirando el hilo de la facundia para tener un buen volumen. Se venderá a siete pesetas.

Tocado con elegante sombrero de felpa.
Un cabriolé tirado por dos elegantes caballos.
La señora de Mendizábal estaba en la edad en que la mujer vuelve a Dios.
Hacía sonar caprichosamente sobre el pavimento los tacones de sus zapatitos Luis XV.
El jardinero, hombre receloso, pegó el ojo a la cerradura.
Tenía un perro y una perra.
Se sirvieron apetitosas truchas.
No faltó el caviar ruso.
Vino el espumoso champagne.
Cerró los ojos.
Se venderá a siete pesetas.
Hombre devorado por todos los días, te sacaré de los pelos una novela larga.
Calvo y viejo, sabe el precio de la percalina, y evita a todo trance que se zurren los chicos EN LA SALA DE VISITAS.

Ay, Dios mío, ya no hay vida con las cocineras.
Con este tiempo que llevamos, lo que tendremos que comer el otro año.
La semana del lunes, si Dios nos da vida, me voy donde el ministro.

Ya está encontrado el hombre y lo acecho como un fantasma para robarle sus reacciones interiores.
Tengo un lápiz...

¡Ay!, para, que un tendero compone su escopeta tras la puerta de la esquina.
Mi hombre pasa y
¡tan!
un tiro le raja la cabeza.

Oiga, joven, no se haga soldado: hay una guillotina en cada esquina.

__ o__


Estas son entonces las dos versiones. Personalmente me quedo con la primera. La pregunta para ustedes es: ¿con cuál se quedan?

- Jorge Osinaga -


10 de noviembre de 2006

Maestros del Jazz y Blues I



Selección y Producción: Freddy RussoJorge OsinagaEfrén Jurado y Susana Mayorga.


Notas de prensa:
Lo más importante del jazz latino en filme de Trueba, diario El Universo, 17 de noviembre del 2006.
Pat Metheny Group en concierto desde Tokio, diario El Universo, 30 de noviembre de 2006.
Un tributo a un gigante del blues, diario El Universo, 1 de diciembre de 2006.
El modernismo de Miles Davis, diario El Universo, 7 de diciembre de 2006.
Se proyecta un video de Diana Krall en Montreal, diario El Universo, 8 de diciembre de 2006.


1 de septiembre de 2006

Un Salón de Julio con sorpresas y desaciertos

Este 29 de agosto terminó la exhibición de los trabajos ganadores y aceptados de la última edición del Salón de Julio organizado por el Museo Municipal de Guayaquil. El evento -considerado por muchos una de las vitrinas más importantes del arte contemporáneo nacional- nuevamente ha entrado en la polémica. Se ha visto un esfuerzo más de la Dirección de Cultura del Municipio, y particularmente de los directivos del Museo Municipal, por encerrar a las artes plásticas en una pequeña y egoísta definición: sólo pintura.

Los más reconocidos Salones de Arte nacionales e internacionales alrededor del mundo acogen todo tipo de expresiones del campo de la plástica, que pueden ir desde la escultura, el grabado y el dibujo hasta las -en nuestro medio- recientes manifestaciones del vídeo-arte, el arte objeto, instalaciones y happenings. En ellos, cada año está dedicado a una disciplina o se crean diversas categorías; es decir, la alternabilidad y el esfuerzo por abarcar y reconocer la más destacada producción en todas las ramas de la plástica constituyen su razón de ser.

Son cosas que el Museo Municipal debería tomar en cuenta, en primer lugar, cuando organiza uno de los Salones más reconocidos del país, más aún cuando el mismo se autocalifica como “de excepcional trayectoria en América Latina”; y en segundo lugar, cuando el mismo jurado recomienda ampliar, flexibilizar y actualizar la noción de pintura establecida en las bases del concurso, de acuerdo con la práctica artística contemporánea y la experiencia en este sentido de otros eventos dedicados a la pintura”. En pocas palabras, si desea ser referente de arte contemporáneo debe adecuarse a las exigencias artísticas de estos tiempos.


El mismo jurado recomendó a los organizadores "flexibilizar la noción de pintura"

¿Puede justificarse esta marginación por el hecho de la pequeña dimensión de las instalaciones del Museo dedicadas a exposiciones o por la mera cuestión retórica referente a las bases mismas del concurso que estipulan claramente que es un Salón dedicado solo a la pintura? ¿O diciendo que las otras ramas de la plástica tienen su “merecido espacio” en la Feria de Artes al Aire Libre (FAAL)? Si con esto damos por cerrada la polémica, pues el arte nacional lamentablemente caería en reduccionismos, exclusiones y discriminaciones enormemente perjudiciales. Si queremos que nuestro Salón se ubique entre los más importantes circuitos de arte en Latinoamérica se debe dejar a un lado pequeñeces y conformismos para crecer y establecer una apertura que garantice igualdad de condiciones y reconocimientos para todas las manifestaciones de la plástica.

Algunas posturas hablan de una crisis en la pintura nacional, lo que es innegable. La cantidad de obras enviadas al Salón (260) versus las aceptadas (16) hablan de ello. ¿Cómo no va a existir una crisis si los artistas no tienen a la mano algo tan elemental como un punto de partida, un registro, algo tangible no meras referencias; en otras palabras, una muestra integral de los procesos de la pintura contemporánea ecuatoriana? ¿Cómo no va existir esa crisis si el único proyecto que quiso abarcar gran parte de estos procesos, la muestra Umbrales, se truncó por meros tecnicismos burocráticos y egoísmos entre los viejos artistas? Es impensable que un país no cuente con un espacio permanente que registre y muestre de manera integral no sólo el desarrollo de la pintura contemporánea, sino también de la plástica entera; es menos impensable aún que esto suceda en una ciudad como Guayaquil que se esfuerza por verse insertada entre las grandes metrópolis del mundo. Tener ese espacio-memoria garantizará una brújula que servirá de referente para la concepción y desarrollo de nuevas y mejores producciones artísticas. Mientras esto no suceda, la crisis continuará.

El Salón

Pese a estos desaciertos y la dictadura de la pintura, el Salón mostró sorpresas. Soy de los que piensan que el futuro de todas las artes en sí es la integración, y ese paso se ha dado en este Salón; particularmente en la fusión de artes plásticas con la literatura y el vídeo. Cuatro obras me llamaron particularmente la atención.

Propuesta interesante es la obra ganadora de este certamen: Coartadas, de Félix Rodríguez. Su autor pertenece a a esa nueva camada de artistas influenciados por el arte conceptual y la formación recibida de los primeros introductores de la tendencia en nuestro país, los ex integrantes del grupo La Artefactoría. Rodríguez formó parte, además, del grupo La Limpia; de efímera existencia pero cuyos ex integrantes están marcando importantes caminos dentro del arte nacional.



Coartadas”, de Félix Rodríguez. Primer lugar del Salón de Julio 2006.
La obra integra literatura e imagen.

Coartadas es una construcción narrativo-visual en la que se integran historias (literatura) con gráficos (pintura) a manera de una bitácora que tiene como marco la coincidencia de determinadas fechas cívicas nacionales con los cumpleaños de gente común y corriente. Rodríguez plantea desde un comienzo el experimento: narrar hechos comunes ocurridos en fechas especiales dentro de otras fechas especiales; desacralizar lo cívico por lo cotidiano, demostrar que por otras razones se recuerda más lo propio que lo "importante" y que sólo así, y en estas circunstancias (un cumpleaños), las personas tienen derecho a celebrarse a sí mismas y no celebrar "lo que todos deberían". Nuestros tan cotidianos y personales momentos importantes que Rodríguez llega a elevarlos hasta el punto de dedicarle sellos postales. El jurado calificó a esta obra como un ingenioso arte-objeto, es decir, una obra que tiene como base en su elaboración elementos no tradicionales o ajenos a la pintura y que desea así serlo; en este caso, toma como soporte una simple carpeta-portafolio que contiene página por página las historias y sus respectivos sellos.

El único inconveniente de esta obra: el montaje. El arte-objeto se idea como la necesidad de llevar lo común al grado de obra de arte, construyendo una relación entre el público y la obra insertando en ella objetos cotidianos; que en este caso son las mismas historias, lo que es formidable, y el soporte. Por otro lado, encerrar Coartadas en una urna acrílica perjudica el fin buscado con la obra, aleja a ese producto de lo común hecho arte del mismísimo entorno del que fue producido: la gente. Si Coartadas va a ser expuesta nuevamente, que lo sea como debe ser: exhibiendo el trabajo original y no una copia láser a color del contenido. Así, el público contemplará realmente la obra y no un reflejo de ella.

Salmos, de Jimmy Mendoza, -tercer lugar en este Salón-, muestra el espíritu de su creador: los sentimientos de un pintor defraudado con el mismo arte, la concepción de este en nuestro ambiente, la irreverencia y la necesidad de convertir nuevamente en arte un campo recién explorado por Mendoza: sí, nuevamente aparece aquí la literatura.



La obra "Salmos", de Jimmy Mendoza, se hizo acreedora al tercer lugar.

Parecería cacofónico e incluso redundante, pero con Salmos Mendoza -quien obtuvo en 1996 el primer premio del Salón- se burla de los conceptos mismos del arte conceptual. Los toma y dispara contra lo que él ha calificado como “aquellos artistas que creen ser conceptuales por haber leído unas cuantas revistas de arte norteamericanas o europeas”.

Para decirnos qué fácil es hacer una obra de arte, toma seis hojas de un libro viejo, un poco apolillado, y en ellas graba con máquina de escribir y dibuja con papel carbón diatribas contra sí mismo y su ambiente; toma salmos bíblicos y remplaza la palabra Jehová con su nombre, se ensalza pero a su vez se critica como una voz consciente venida desde arriba y al mismo tiempo de sí mismo. Mendoza acoge la metatextualidad, juega con otros textos externos y los incorpora a su obra. Él dijo que entraba en la literatura y con literatura ha marcado lo que parecería su aparente fin en el campo pictórico.

No formó parte de las obras premiadas, pero Catalino, de Marco Alvarado, plantea una eterna interrogante: ¿qué es más comunicativo, el texto o la imagen? En esta obra podemos decir que ambas.


“Catalino”, de Marco Alvarado.

Tanto la una como la otra se complementan, la riqueza del texto se perdería sin la riqueza de la imagen y viceversa; es una obra en la que es inevitable obviar lo uno y lo otro. Por otro lado, también tiene dedicatoria a algunas posiciones “duras” en el arte nacional, y no es algo gratuito lanzado al aire por lanzarlo; Alvarado usa la misma obra como arma de toda su ironía: sólo con contemplar el cuadro y leer la historia usted podrá descubrirlo. Una clave: la miseria y pobreza de la simple representación.

Otra de las obras que no fueron galardonadas pero no por eso de poco interés la constituye Billetes corporales-numismática uno, dos y tres de Joel Ramírez. En ella, Ramírez explora las posibilidades de la unión del vídeo con la pintura.


Con el vídeo, Ramírez compara las tácticas de amor por clase: “aniñado”, de clase media y popular, yuxtapuestas a la representación pictórica de imaginados billetes cuya denominación es más alta o baja de acuerdo a la clase a la que pertenecen. Lo notable de esta mezcla visual es que la expresión y el movimiento dados por el vídeo contribuyen enormemente al sentido completo de la obra.

Como conclusión, la incorporación de otras expresiones del arte (literatura y vídeo) permite mayores interpretaciones, enriquece las obras, plantea nuevos tratamientos y apreciaciones, y amplia mucho más los horizontes; horizontes que ahora más que nunca pueden ser realmente infinitos.

- Jorge Osinaga -

13 de junio de 2006

Apostar a la imaginación

Es la consigna del escritor ecuatoriano Leonardo Valencia (Guayaquil, 1969). En esta entrevista me habla de algunas impresiones en torno a la literatura nacional, así como de su obra y de su última novela "El libro flotante de Caytran Dölphin", que fue recientemente presentada en Madrid.



¿Crees que la literatura ecuatoriana vive una dependencia externa o mantiene su propia identidad?

Lo mejor de nuestra producción literaria es la poesía. Su lenguaje es el más independiente y personal. Caso parecido con el de nuestros cuentistas. En novela ha ocurrido algo diferente.

La novela, en el sentido de dependencia, ha estado sometida a demasiadas exigencias de representación nacional y de instrumentalización –o utilización– en un sentido político. Y la crítica literaria, la poca que tenemos, también ha incurrido en ese error de buscar lo identitario en la literatura, forzando y tergiversando las cosas. La mala crítica convierte en documentos probatorios y unidireccionales a la literatura, que es libertad y ambigüedad. El crítico Edward Said ha señalado los peligros de buscar identidades textuales. La estrategia de Napoleón que analiza Said en Orientalismo, de “textualizar” Egipto y el mundo árabe para conquistarlo, abre la mente sobre este proceso de utilización del recurso identitario.

La autocensura es el mayor peligro para una conciencia literaria. La dependencia en Ecuador ha sido interna: el de una tradición del realismo de denuncia que se agotó hace tiempo pero que ha tenido una sombra demasiado larga, y guardianes solapados, y ha degenerado en una especie de costumbrismo simple, plano, inclusive sobre temas urbanos. Si por dependencia queremos entender una apertura a otras literaturas, creo que nuestra novela debería asimilar de forma más dinámica otras tradiciones, enfrentarse a ellas de la manera en que lo hacen los escritores más exigentes: de manera creativa, abierta y feliz.

Así lo hizo el más cosmopolita de los escritores ecuatorianos, el más grande: Juan Montalvo. O poetas como Carrera Andrade. Si Montalvo publicara hoy en día, lo tildarían de extranjerizante. Leamos y releamos Los siete tratados y los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes y veremos a lo que puede llegar un cosmopolita ecuatoriano con talento. El miedo a la llamada “pérdida de identidad” en el fondo es un argumento bastante flojo que puede mantenernos aislados, como el niño débil al que se deja confinado en la habitación de su casa por miedo a lo que ocurre más allá de las puertas de casa.

Hay otra gran dependencia que es el desconocimiento, tanto interior como exterior, de lo que se está escribiendo o se escribió. La única manera de superar una dependencia es que el escritor asuma una postura crítica creativa, de lectura y relectura a fondo de obras ecuatorianas y de otros países, discriminando lo bueno y lo malo que hay en ambas sin ningún tipo de pudor o temor, pese a quien le pese. No conoceremos bien nuestra tradición y tampoco las ajenas si no somos críticos con ambas. Si el escritor no sabe nadar en el mar de las tradiciones y cortar sus aguas, se ahogará.

Siempre he sostenido que una novela como Los sangurimas de José de la Cuadra tiene una magnífica primera parte que luego baja de nivel hacia el final, y que de Don Goyo la última parte es un cuento perfecto insertado en una novela de inicio más bien disperso. O que Las cruces sobre el agua, de Gallegos Lara, Huasipungo, de Icaza, Henry Black de Donoso Pareja o Entre Marx y una mujer desnuda, de Adoum, son novelas de calidad media en un contexto internacional, aunque importantes como testimonios de su época, tanto político como de búsqueda de nuevos caminos, y que son hitos en nuestra historia o histeria literaria. Si comparamos Huasipungo con Los ríos profundos de José María Arguedas, o la novela de Adoum con Rayuela de Cortázar, salta a la vista la diferencia de calidad literaria. Si por ser ecuatoriano debo permanecer ciego a esta realidad, mal futuro nos espera. Ensalzar por ensalzar lo nuestro lo único que produce es reducir el juicio crítico y cerrar las puertas a nuevas propuestas.

Tu obra transcurre principalmente en ambientes foráneos, pero el lenguaje es aquel elemento que utilizas para vincularla con lo ecuatoriano ¿crees que acudir a otros ambientes es una especie de dependencia externa?

No existen fronteras para los temas que trata la ficción. Ya lo mencioné respecto a Montalvo. Decía Hemingway que para escribir sobre lo que ocurre en un accidente de avioneta no es necesario accidentarse en uno de esos aparatos para hablar con experiencia del asunto. Lo que se necesita es un intenso trabajo de imaginación, y mejor todavía si se ha tenido algún susto de vuelo. Sin imaginación, sin una visión plástica y armónica de la escritura, incluso tratar del tema más cercano o autobiográfico estará supeditado a una dependencia más grave, los tópicos, es decir, la absoluta falta de visión personal real para acercarse a un tema. Y, por el contrario, aunque escriba sobre China o Perú o Europa, si la visión del autor es realmente personal e intensa, en esa mirada de cualquier tema, situación o lugar habrá una perspectiva “propia” que, por seguir con la palabra, se “apropia” del mundo. Es lo que ocurre con Stendhal, escritor francés que hizo de Italia su territorio imaginario. Allí tenemos esa novela impresionante que es La Cartuja de Parma o los cuentos de Crónicas italianas. Es una cuestión de percepción, en el sentido magnífico que lo entiende, por ejemplo, la tradición narrativa y filosófica inglesa.

El lenguaje no significa hablar sobre cualquier tema con la jerga de Guayaquil, Quito o Cuenca, significa buscar un lenguaje que fusione todo lo que necesita el escritor para dar cuenta de su visión. La identidad no viene dada por usar palabras locales o ecuatorianas, sino por la creación de una manera de escribir propia del escritor que le permita también a cualquier lector la entrada en el mundo del que habla ese escritor. Esa postura limitada es la que realmente ha bloqueado la proyección de nuestra literatura en el extranjero, y no la queja de que no tenemos apoyos editoriales o estatales. Hay que salir corriendo cuando escuchamos ese lloriqueo interminable de la falta de apoyos o infraestructura, que no es más que pereza. Es como echarle la culpa a otros de una falta de riesgo, talento y disciplina. Hay que enviar nuestros manuscritos a editoriales extranjeras y sufrir como todos los escritores el rechazo de diez o veinte editoriales hasta mejorar el manuscrito, o escribor nuevos libros y finalmente dar con una obra bien lograda, bien presentada y con una editorial que reconozca lo que tiene de válido ese libro. Patricia Highsmith decía que sólo hay que deprimirse cuando te hayan rechazado veinte editoriales. Esa postura débil ha limitado el empuje de nuestros escritores. Y en este esfuerzo por abrir fronteras y superar esas limitaciones han estado trabajando algunos escritores ecuatorianos durante los últimas décadas: hay logros relevantes en novelas como Polvo y ceniza de Cárdenas, Pájara la memoria de Égüez, La sombra del apostador de Vásconez o La cueva de Telmo Herrera. Se debería superar de una vez por todas la dicotomía Ecuador/Extranjero: la literatura es un territorio sin fronteras donde el único requisito de entrada es el talento de lo que se escribe, la riqueza de integrar la mayor cantidad posible de resonancias culturales y literarias que se resuelvan en una música que pueda ser apreciada por sí misma más allá de tal o cual tema o lugar, de cualquier origen.

¿Podemos decir que El libro flotante de Caytran Dölphin, tu última novela, es la afirmación de que más allá del cosmopolitismo y la extraterritorialidad has asumido una total libertad creadora?

Esta novela que transcurre sobre todo en Guayaquil la tenía en mente hace diez años, precisamente cuando empecé a sostener en varios artículos y conferencias que el escritor ecuatoriano puede lanzarse a narrar cualquier territorio. Últimamente me ha divierte mucho ver cómo algunas personas en Ecuador insisten en criticar mi postura, sesgándola mucho al exagerar que yo “pedía” narrar sobre otros países como si fuera una receta, cuando yo señalaba que “puede” hacerlo como una manera de exploración, que necesitamos ganar la sana distancia de la ironía. En realidad escribimos a partir de nuestra experiencia, incluida la experiencia imaginaria, y la mía, por mis orígenes y las circunstancias, ha sido nómada. Mi padre es cuencano, mi madre italiana, nací en Guayaquil, he vivido en Quito, Roma y Lima, y desde hace ocho años en Barcelona. Mi identidad es la suma de mis identidades.

En conversaciones con Enrique Vila-Matas en Barcelona le decía lo que algunas personas me criticaban en Ecuador, y lo que ha hecho es animarme en mí línea, porque a él también lo atacaron en su momento en una España encerrada en sí misma. Ahora incluso un periodista dice que sufro el “complejo de Peter Pan”. ¡Maravilloso! Me encanta Peter Pan. Pero me lo atribuía porque, al parecer, no me interesa la coordenada histórica del escritor, como si yo viviera en las nubes. Y eso sí que es para reírse, porque si hubiera leído mi novela El desterrado habría visto que está atravesada por algunos aspectos políticos, porque señalo los peligros del fascismo y la indiferencia histórica, en una historia inspirada en mi familia italiana durante el ascenso de Mussolini, en esa primera mitad tan problemática del siglo XX. Además, siempre he escrito sobre temas con implicaciones políticas y de nuestro tiempo. De esto también trata, a su manera, El libro flotante de Caytran Dölphin.

Pero bueno, comprendamos que a veces en Ecuador hay gente que opina a priori, sin haber leído los textos, sin preocuparse por reflexionar sino sólo para defender sus posturas o para que su grupito le dé una palmadita en la espalda. Así que me quedo muy alegremente con la idea de Peter Pan, e incluso la de Daniel el Travieso, Calvin, Shrek, Pinocho y toda esa tropita encantadora. Sí, sufro el síndrome de Peter Pan, en el sentido de que es una apuesta por la imaginación, y a su manera Peter Pan está en las antípodas del síndrome verdaderamente peligroso, el de Falcón, que es el de querer cargar con la castrante responsabilidad de representar al país. ¡Como para aburrirse! Por algo Peter Pan tiene que enfrentarse con el aburrido y seriote capitán Hook que quiere matarlo... (risas).

La literatura ecuatoriana parece sufrir lo que yo denomino como el “síndrome del perro”, es decir, que cuando se toca su “sacrosantía”, se golpea su conservadurismo y se remece aquello que todos deben seguir, hay más de uno que “ladra” ¿Por qué esas actitudes? ¿Ves reales cambios a futuro?

¡Perro que ladra no muerde!... Te atacarán porque te has escapado de ellos, porque trabajas, porque no estás sometido, porque no les debes nada y no te quedas callado y, lo más increíble de todo, porque te ríes de ti mismo. Es lección de vida. Hay que tomar con humor a los tres o cuatro gatitos enfurruñados que maúllan en su noche oscura con el estómago revuelto. Sin dejar de ser críticos y decir lo que se piensa, pero hacerlo con cortesía, argumentos y obra propia. La libertad tiene un precio, y el escritor tiene que estar dispuesto a pagarlo.


Me costó mucho entenderlo, incluso lo pasé mal a los veinte años, porque me sentía un bicho raro, muy solo. Pero aprendí, me reforcé, y entendí que el único con quien tienes que competir es contigo mismo. Lo bueno, lo inesperado, es que el lector real lo agradece y lo reconoce. Entonces se produce una bellísima justicia poética. Así que les dejo a otros el sentirse la autoridad de la literatura ecuatoriana o ser el escritor más representativo de lo ecuatoriano. Yo me quedo feliz con el islote más remoto de las Galápagos donde haya un volcán. Pero sí, por suerte está cambiando. Hay una generación nueva e imparable, que tiene ahora alrededor de veinte años o un poco más, que sonríe, que es generosa, y, sobre todo, que trabaja. A ellos hay que abrirles las puertas. No los conozco a todos, pero a pesar de estar lejos trato de leerlos. Espero que sigan escribiendo con tenacidad y que se rían de los tres o cuatro gatitos enfurruñados. Aprendamos de los grandes tigres.

- Jorge Osinaga -

13 de mayo de 2006

Desde los bordes

Una panorámica de la nueva poesía ecuatoriana -una vertiente libre, provocadora, sin ambages y solemnidades- es lo que Cristian Arteaga, joven escritor quiteño, nos ofrece en este artículo publicado en Revista La Pepa, Nº 3, 2006 (Quito).

Por Cristian Arteaga

La joven poesía del país, sin duda, es una poética que se trabaja y se crea desde los bordes simbólicos y desterritorializados de las instituciones culturales y académicas, lo que produce un efecto por demás renovador e iconoclasta. Pues eso es lo que expresa la poesía de Carrillo y Villa Navarrete.

Enver Carrillo (Quito, 1972)
ESCASEZ

los vecinos parecen poseídos
recogen agua de las llaves del patio
en ollas, tinajas y botellas

me anuncian que escaseará por dos días seguidos

por mi parte estoy tranquilo
solo recojo unos pocos litros
para el café de la mañana y la tarde

no tengo ninguna preocupación
a sabiendas
de que no me baño muy seguido



Marcelo Villa Navarrete (Quito) 
BÓLIDO

bajo los cedros
animales de dos espaldas
zurcían bolsillos para calentar sus manos
ocho pares de zapatos
podaban el césped tras una pelota
un vestidito amarillo se enredaba
en las cadenas del columpio

iban a ser las cuatro
cuando recordé la cita
y escapé de la burbuja verde
como la savia tras el corte del hacha

recordé que aún no revelo
las fotografías de la playa
y que faltan diez páginas
para acabarme el libro prestado
y que a mis veintitrés
aún no sé domar un bólido

¿y si hoy me embistiera
algún mamífero?


Es importante la desacralización que hacen de los temas o relatos para traducirlos en una propuesta de humor sardónico o ironía. Es decir, se ha abandonado ese lirismo ortodoxo frente a los metarelatos como la soledad o el sentimiento.

En el caso de Escobar y Osinaga, asumen una actitud creadora sin ambages, y limada de una construcción estética aristotélica, es decir, solo lo bello es poesía. Por tanto, sus textos develan lo que no se escribe, se lo esconde, e irrumpen como un fogonazo en las mentes egoístas y sensibleras.


Fernando Escobar (Quito, 1982)
DE SHOPPING


''hasta las mujeres más hermosas
tienen el intestino lleno de mierda''
-Carlos Chernov-

Penélope se fue al centro comercial
si me pongo un lazo en el alma
tal vez con ella me quiera llevar.

Centauro con un código de barras por cara
me adentro en un Aqueronte de plástico
con tal de besar sus axilas de hielo.


Jorge Osinaga (Guayaquil, 1983)
MIOPÍA

Abrazado a un chico
luego de unos cuantos tragos
alguien me dice:
¿Estás mal de la vista, pendejo?
Ese que abrazas es un hombre

Yo respondo:
No, cojudo, esto es
lo que la noche
generosamente
me ha entregado


En el caso de Tituaña, Cuzme y Lasso, los indicios son la verdadera poética. Su creación es eminentemente urbana, pero construida en los entresijos de esa ciudad infierno, defraudada, sin maquillaje, desembocando en una poética minimalista donde el mínimo detalle o la sencillez de la situación dotan de sentido y entendimiento al texto.

Samuel Tituaña (Quito, 1971)
WAIT FOR MI

_no botar basura
decía en la pared
y bajo ella cada noche
aparecía como testigo
del hastío humano

_la luz inmutable alumbraba
apenas un cartón
fundas y desechos
de toda marca

_mientras una boca
muerde el cuello
un pezón erecto
perdía equilibro

la otra arrancaba
todo vello húmedo

luego tarareando
el último hit
entre el vapor del café
que va por la cera
patean discursos
inhalados
de una funda paria


Alexis Cuzme (Manta, 1980)
DELIRIOS DE UN MAL POETA
(fragmento)

Se supone que soy un poeta,
un poeta 'privilegiado' al parecer,
un oficio, invitación, compromiso etc. así lo sustentó
y ¿quién soy yo para contradecir estas cosillas?
¿cómo decir lo contrario o afirmarlo
si aún no sé si esta gruta estará iluminada al final?

Algo de nicotina haría que fuese menos duradero
sobre este mundo. Inhalé, expulsé.
Nada mejor qu autoeliminarse
sin esperar que algún desconocido
suelte la primera o última bala sobre nosotros,
la primera o última cuchillada,
solo para comprobar que en el fondo
somos tan comunes como el resto.
Seres triviales escondiendo secretos,
rellenos de intestinos cada vez más intoxicados,
de sangre y sesos alucinado.


Edison Lasso (Piñas, 1977)
ÚLTIMA RISA

No debía escupir mi nombre
y arrojarle tierra como a un perro
porque tu dicción al pronunciarlo
era lo único bueno que tenías,
por eso no te sorprendas
cuando después de quitarte la careta
y colgar el sexo dentro del armario
te descubras vacía
pues no solo arrojaste
una palabra hecha burbujas,
también perdiste
los peces de coral
que irradiaban tus entrañas
y la gelatina de ciruela que llenaba tu cabeza.

Huérfana de todo
me sabrás indiferente a tus tonterías
y no sospecharás que en realidad
quien se queda sin nada
no eres tú.

Como puede leerse, esta irrupción de los nuevos poetas es un flirt a los lisonjeros estrépitos de la titubeante burocracia cultural del país. Y esto ya es bastante, pues la responsabilidad del trabajo con la palabra rebasa justificaciones sobre el texto que puede mejorarse. Un texto está bien o mal escrito, no hay término medio. Y estos poetas de los bordes, retoman sus temas junto con la ciudad como un testigo omnisciente, es decir una perpetua comunicación con ella; los unos no pueden existir sin la otra, y viceversa.

17 de abril de 2006

Y nuevamente la polémica...

A propósito del lanzamiento del nuevo libro de Jorge Velasco Mackenzie, La mejor edad para morir, diario El Universo publicó este lunes 17 de abril una nota sobre el acontecimiento.

El momento fue oportuno para Velasco, sacó a relucir un tema que lo ha venido remordiendo desde hace algún tiempo: el asunto de la extraterritorialidad en la literatura.



Cito a Jorge Velasco Mackenzie: “Ahora que los globalizados dicen que hay que escribir sobre otros lugares, sobre otras realidades porque eso es lo que universaliza al escritor, yo sostengo si quieres ser universal habla de tu aldea. Esta frase que pronunció Chéjov es cierta. Que mis historias sucedan fuera del país no me hace universal”.

Recuerdo que hace algunos meses, durante la presentación en Guayaquil de la novela Mal de ojo, de Huilo Ruales, escritor ibarreño afincado en Francia, Velasco Mackenzie tocó el tema. Hizo una valorización de la obra y habló sobre los “epígonos de la extraterritorialidad”; una dura referencia a varios escritores locales.

Pregunto yo ¿esa extraterritorialización es argumento suficiente para invalidar o no la obra de varios escritores? ¿es motivo para determinar qué literatura es buena o no? (de acuerdo a contextos políticos, históricos, sociales o geográficos como es el caso) ¿es que la literatura ecuatoriana debe tener un molde?

Hay algo que creo debe respetarse en esto del oficio de escribir y es el respetar las ideas de otros. Soy de los que piensan que en la literatura todo es válido, así a unos les parezca o no. En esa libertad radica en sí todo el proceso creativo de un autor. Si la literatura se ajustara a ciertos parámetros (contextuales, no de género), pues no habría libertad y sería todo, menos literatura.

Al señor Velasco le preguntaron: “¿Y dónde, entonces, reside la universalidad de un escritor?”

“En sus conflictos, en su concepción del mundo”, respondió.

Respuesta inteligente, pero contradictoria la del Sr. Velasco. ¿Es tan relevante la ambientación como para descartar toda la amplia gama de temáticas, “conflictos” y “concepciones del mundo” que un autor “extraterritorial” pueda tener en su obra? Creo que no.

La literatura no se encierra en feudos, ni debe encerrarse en fronteras. Leonardo Valencia ya lo dijo: el territorio es la literatura.

Mi pana Freddy Russo me dijo un día que “el arte es la única rama donde el ser humano podrá ejercer su total libertad”. Para mí, así debe ser, gústeles a unos o no.

- Jorge Osinaga -

10 de abril de 2006

ECM: el movimiento que revolucionó al Jazz contemporáneo

El Centro Cultural Ecuatoriano-Alemán organizará los días 25, 26 y 27 de abril de 2006 -de 18H00 a 20H00- el Seminario Alemania y el Jazz de la ECM; un análisis histórico y de apreciación musical del movimiento que revolucionó el Jazz contemporáneo. El objetivo del seminario es abrir los oídos del público ecuatoriano y en especial del guayaquileño, a un jazz prácticamente desconocido en nuestro medio.

El aporte de la ECM es fascinante y de muchísimo talento creativo, una opción mucho más fresca y superior al jazz actual de Norteamérica que, desde la muerte de Miles Davis, está en un estancamiento lamentable.

A inicios de la década del 70, el Jazz en Estados Unidos afrontaba una severa crisis con la incursión del Rock y el desarrollo de nuevos estilos jazzísticos. Empezaba a gestarse el Free Jazz, un salto gigantesco en la evolución del género y de tendencia conceptual libre; un movimiento que no fue entendido por su complejidad y que fue rechazado por su sonido estridente. La mayoría de los músicos del Free emigraron a Europa en búsqueda de nuevas experiencias, y sobretodo, para difundir sus ideas melódicas.

La inquietud de un abogado alemán llamado Manfred Eicher, lleva a crear en 1969 un estudio discográfico para reunir esa cantidad de nuevos talentos emigrados de la música: la ECM.

Desde entonces y bajo este sello, nuevos talentos empezaron a plasmar sus creaciones; creando un jazz que durante más de 30 años ha influido y sigue influyendo decididamente en la música contemporánea.




El saxofonista Jan Garbarek

Jazzmen de todas las latitudes del planeta han fusionado -empleando técnicas de avanzada- distintas músicas de diversas culturas de América, África y Asia, usando cientos de instrumentos antes desconocidos.

Entre las figuras destacadas del jazz nacidas en la ECM podemos destacar al pianista Keith Jarrett, al saxofonista Jan Garbarek, al percusionista Naná Vasconcelos, al guitarrista Egberto Gismonti, al bajista Eberhard Weber, al baterista Jack DeJohnette, y muchos más. Grandes jazzmen como Chick Corea y Don Cherry; y grupos como The Art Ensamble of Chicago también han sido acogidos por este sello.

El seminario tendrá una duración de 3 días, con sesiones diarias de 2 horas. Habrá proyección de imágenes, textos y audición de temas musicales. Se entregará material didáctico para los oyentes.

Instructor:

Freddy Russo, crítico musical y musicólogo ecuatoriano. Doctor en Ciencias Filosóficas con especialización en Estética y Música en la Pontificia Universidad Católica de Quito. Es un permanente investigador de la música popular y contemporánea. Autor del libro "Análisis histórico del jazz" (Editorial Ecoe, Bogotá-1993). Ha dictado diversos seminarios y conferencias sobre la música en diversos centros culturales, museos y universidades de Quito y Guayaquil. Colaboraciones suyas han sido publicadas en diversos medios de comunicación como Revista Diners de Colombia y Ecuador, Diario Hoy, Diario El Comercio y Diario El Universo.

Más información:

Para más información e inscripciones, los interesados pueden comunicarse con el Centro Cultural Ecuatoriano-Alemán a los teléfonos: 2 396793 y 2 396794, o al email: ccea@gye.satnet.net. Los cupos son limitados.



Dirección: Freddy Russo
Producción: Jorge Osinaga



Actualización al 2013:
El sonido más bello después del silencio: ECM, diario El Telégrafo, suplemento CartónPiedra, 12 de mayo de 2013.