7 de mayo de 2007

Un escritor beat en Ecuador

Sí, era el escritor norteamericano William S. Burroughs, autor de libros como Almuerzo desnudo y Junkie, uno de los miembros de la llamada generación beat. El dato lo descubrí en el más reciente número (el 8) de revista Anaconda. Realmente debe leerse muy seguido esta revista, siempre trae buenas sorpresas. Hojeándola en Mr. Books, di en ella con el artículo titulado William Burroughs en Ecuador que trata sobre su estadía en nuestro país.

Puedo decirles que si quieren saber más, adicionalmente al artículo de revista Anaconda, busquen el libro titulado Cartas del yagé o mal traducido también como Cartas de la ayahuasca por Editorial Anagrama. Originalmente el libro fue publicado en 1963 por City Lights Books (San Francisco, EE.UU). Yagé es el nombre que comúnmente se le da a la ayahuasca en el Putumayo, que es la zona que Burroughs recorrió en su búsqueda, por eso creo es preferible esa denominación que, aunque no es tan conocida, es fiel a la empleada por el autor en su historia. Conservo un ejemplar de este libro de Ediciones Signos (Buenos Aires, 1971) y como “argentrucho” que soy (es decir, hijo de argentino con madre no argentina) disfruté algunos argentinismos que hace tiempo no escuchaba, pues además de no haber ido a Argentina por mucho tiempo, por el momento tampoco poseo televisión por cable.

Pocas son las páginas que Burroughs le dedica a Ecuador, es más, menciona a nuestro país como un recuerdo no tan agradable, un lugar horrible; pero no horrible por serlo así físicamente, sino por la forma de pensar y actuar de las personas. Veamos unas perlitas, de la edición de Signos:

“Recorrí Ecuador lo más rápidamente posible. Qué lugar horrible es. Un complejo de inferioridad nacional de país pequeño en su estado más avanzado”. (pág. 43).

O estas: “Ecuador está realmente barranca abajo. Que Perú se apodere de él y lo civilice” (p.p. 44). “En el Ecuador y Colombia nunca nadie va a admitir que algo no anda bien en su roñoso país. Como los ciudadanos de los pueblos de Estados Unidos”. (pág. 45).



Burroughs en una ficticia estadía por el Malecón, cuando éste acostumbraba ser llamado Simón Bolívar o Paseo de las Colonias y no 2000. ¿Habrá agarrado por ahí un vaporino? (Fotomontaje)

No hay que juzgarlo o estigmatizarlo como seguramente saltarán algunos por ahí, sino más bien reconocer que desde 1953 –año de su paso por acá, entre abril y mayo, con mayor seguridad en abril– casi casi Ecuador sigue siendo igual a como Burroughs lo describe por la enorme culpa de sus políticos.

Burroughs fue rápido. Pasó por Esmeraldas, llegó a Manta –donde tuvo un incidente con un vistaforador de aduanas al que asumió era un ladrón (que sin embargo y desde entonces nunca faltan en las aduanas) porque revisaba sus maletas–, arribó a Playas –él dice Las Playas, seguro es Playas o Gral. Villamil, donde le otorgaron por la pérdida de su documento de turista otro donde constaba como escritor– y Guayaquil.

De acá salió soplado para el Perú: “Tengo que estar en algún otro lugar en un momento determinado (en Guayaquil saqué al cónsul peruano de la casa después de las horas de oficina para tener la visación y marcharme un día antes)”. (pág. 55).

Así, para el investigador come libros, el cuentista o poeta buscador de historias raras; o para todo aquel que se sienta identificado con los beats, uno de ellos estuvo por acá, dejando pistas. Quién sabe, a lo mejor si buscamos hallaremos muchas más. Poco nos habla Burroughs de Ecuador, pero por ahí Ecuador puede quizás hablar muchas cosas más de Burroughs. Queda en manos de los escritores entonces.

- Jorge Osinaga -