4 de julio de 2013

Epicúreos criollos



Pese a que Antonio Borrero fue un liberal curuchupa (cosa un tanto rara, aunque esos eclecticismos en Ecuador no deben sorprender) y también parte de este sistema político atroz, no pudo haber resumido mejor la dinámica de toda nuestra larga historia republicana con esta frase: 

“En el Ecuador no es un partido político el que se ha apoderado del Poder y hace la guerra a otro partido político; es tan solo una caterva de bandidos hambrientos y asesinos los que se han adueñado de los destinos del país y de los caudales públicos, sin más objeto que vivir según las leyes de Epicuro”.

-Antonio Borrero-
Expresidente del Ecuador

Tomado de En el Palacio de Carondelet, de Eduardo Muñoz Borrero,

1 de julio de 2013

La Columna y La Rotonda ¿pelea de barrio masónica?



Guayaquil es una ciudad con mucha simbología e historia masónica. Un ejemplo de ello son algunos de sus monumentos más representativos. En la Columna de los Próceres, edificada para conmemorar el centenario de la conspiración del 9 de octubre de 1820, la estatua de José Joaquín de Olmedo mira al Este, es decir a la salida del Sol, al oriente; ese oriente omnipresente en la masonería. Es un monumento masónico a más no poder, como la misma conspiración de 1820, planificada por destacados masones.

Por coincidencia, al este de la Columna de los Próceres se encuentra también el Hemiciclo de la Rotonda, en el Malecón Simón Bolívar, que conmemora el encuentro que entre San Martín y Simón Bolívar -dos importantes masones- tuvo lugar en esta ciudad en 1822. Este monumento fue inaugurado en 1938, luego de ciertos desacuerdos con respecto a los bocetos originales presentados por el escultor español José Antonio Homs en los que San Martín era retratado en una pose que, quizá para muchos masones olmedinos que veían en él a un aliado, lo dejaba un tanto en ridículo frente a Bolívar. El tema incluso fue retomado por el artista guayaquileño Ilich Castillo, con su obra Cómo se encienden los discursos populares, según Homs (2005).




¡Uy, José!
Boceto original de Homs. Reposa en el Museo Municipal de Guayaquil.


La Columna de los Próceres y el Hemiciclo de La Rotonda son dos monumentos que evidencian el conflicto entre pandillitas masónicas a nivel local, y una metáfora de las luchas entre ellos por su repartición de ciudades, países, continentes y el planeta. ¿Fraternidad?, ¡por dónde!

La Columna vino primero, de mano de los masones olmedinos y octubrinos; la Rotonda se contruyó después, con los masones bolivarianos. Pelea de barrio.

Originalmente la Columna de los Próceres no iba a ser tal, sino un obelisco (más simbolismo masónico), pero no prosperó la idea; mientras que la Rotonda -como su nombre lo dice- se pensó redonda, pero quedó como hemiciclo. Estos dos monumentos masónicos en Guayaquil se miran cara a cara, como desafiándose. Y el Templo Masónico -posteriormente la primera sede de diario El Universo, en Escobedo y 9 de Octubre-, se encuentra justo en medio de ambos complejos escultóricos. ¿Habrá sido este templo el lugar de la concordia entre las facciones? Muy interesante.

- Jorge Osinaga -