24 de marzo de 2007

Bryce Echenique en medio de una tormenta

Como diría la vecina, “reventó el pedo” -yo le agrego: nuevamente- en los barrios de la literatura hispanoamericana.

El reconocido escritor peruano Alfredo Bryce Echenique otra vez se ha visto inmerso en una acusación de plagio. Sí, otra vez digo, porque el hombre ya había tenido sus desafortunados encuentros con las consecuencias del copy + paste; solo que esta vez la acumulación de susurros se convirtió en tormenta.

Como reseña Laura Puertas, corresponsal en Lima de diario El País de España, en una nota de prensa, “los peruanos no salen de su asombro”. El más reciente caso: Bryce publicó un artículo (sí, el link no sirve: el artículo fue retirado de la página web del diario) el 18 de marzo de este año en diario El Comercio de Lima titulado Potencias sin poder. Un asombrado Oswaldo de Rivero, embajador del Perú ante las Naciones Unidas, denunció que ese artículo era un plagio de uno escrito por el diplomático en la revista limeña Quehacer. El Comercio se hizo eco del asunto en su sección editorial del viernes 23 de marzo y exhortó a Bryce Echenique a aclarar ésta y otras acusaciones en su contra, propiciadas por un grupo anónimo autodenominado irónicamente “Los amigos de Bryce Echenique”.


La defensa del escritor peruano publicada el sábado 24 en el mismo diario El Comercio: Bryce dice que existe una “manipulación” en sus artículos y que la culpa de todo fue de su secretaria:

“Asumo con gran pena el error cometido en el envío de mis textos por mi secretaria y en mi falta de control al hacerse esos envíos, pero no asumo absolutamente nada más”.

Incluyó, en su defensa, que él también ha sido víctima de plagio por parte de una revista mexicana. Las consecuencias: Bryce decidió renunciar a escribir para El Comercio.

Más leña al fuego se agrega desde España. Un escritor gallego llamado José María Pérez Álvarez acusa al autor de Un mundo para Julius de reincidir en sus anteriores pecados. ¿Cómo se dio cuenta? Pues el soplo vino de la competencia misma de El Comercio, a propósito de la plaga de plagios que en estos días se vivió en las ex virreinales tierras de Lima: dos periodistas de los diarios El Correo de Lima y La República pusieron en alerta al autor gallego.

Pérez Álvarez dice que el plagio trasatlántico de Bryce fue tomado de un escrito titulado Las esquinas habitadas, que Pérez publicó en la revista Jano en marzo de 2005. El artículo en cuestión de Bryce fue publicado el 12 de noviembre de 2006 en El Correo de Lima, bajo el título de La tierra prometida. La copia, en este caso, es enormemente palpable.

El escritor peruano Gustavo Faverón, en su blog, comenta:

“Es curioso: la palabra 'mafia' ha vuelto a surgir en los blogs, esgrimida ahora contra los amigos de Alfredo Bryce, que no han dado declaraciones sobre el tema, como si en alguna esfera de la vida fuera una obligación de la gente opinar públicamente sobre sus amigos en sus peores momentos. Se sigue hablando de la pesadillesca "mafia" a pesar de que el primer afectado por los artículos en cuestión sea el diario El Comercio, que, se supone, es el núcleo del grupo; a pesar de que entre los escritores afectados haya amigos de Bryce; a pesar de que la denuncia más clara en la prensa peruana la haya hecho el diario Perú 21, de propiedad de la familia Miró Quesada, propietaria de El Comercio”.

Lo que comenta Faverón nos da una muestra de la virtual “independencia” de los medios en aquel país y, por qué no, en el nuestro: ante tamaño escándalo para el diario, no queda más que claudicar. ¿Lección de que nadie es intocable? Parece que así se demostró. Pero Bryce fue el que decidió alejarse del medio, no el medio de Bryce.

Es interesante el comentario que El País reproduce de Pérez Álvarez:

“Me resulta increíble que Bryce Echenique haya recurrido a un escritor al que no conoce nadie para apropiarse de forma deleznable de su literatura, pero, por otra parte, todos tenemos vanidad y me siento halagado: debe gustarle mi estilo”.

La palabrita vanidad surgió de repente, como nunca falta en la literatura; entonces ¿más que un asunto de legalidad u honra literaria, esta “plagiomanía” puede ser también una herramienta para buscar la fama? Sí, ambas cosas, sería la respuesta. Ocurre en la farándula y también en la literatura, lastimosamente.

Consecuencias que suceden cuando se cree que en la era del internet todo escrito es de nadie. La pregunta final aquí es: ¿la secretaria de Alfredo Bryce dirá -al más puro estilo de Flaubert, cuando se autoadjudicaba ser Madame Bovary- “yo soy Alfredo Bryce Echenique”? Quién sabe, un mito más para la literatura latinoamericana.

- Jorge Osinaga -

15 de marzo de 2007